martes, 3 de abril de 2012

los hombres no son ríos...




Definitivamente no se debe  llorar por la leche derramada no podemos cambiar el pasadopero  SI podemos cambiar el fututo, cada quien es esclavo de su pasado pero dueño de su futuro y si alguien realmente quiere llevar su vida por un camino distinto lograra hacerlo… sé que no es fácil, sé que a veces nadie cree que las personas pueden cambiar, pero si la persona que quiere cambiar  creen en sí mismas y lucha con esfuerzo y constancia por lograr sus objetivos, nada ni nadie podrá detenerlos…

A continucacion les dejo un editorial muy bonito de El Diario de hoy de LUIS FERNÁNDEZ CUERVO que habla sobre el tema J

Los hombres no somos ríos

POR LUIS FERNÁNDEZ CUERVO*Domingo, 1 de Abril de 2012

Sí, los seres humanos, hombres y mujeres, no somos ríos: podemos volver atrás. Rectificar el rumbo, incluso con un giro de 180 grados. Arrepentidos del modo con que habíamos arruinado nuestra vida, podemos con esfuerzo y a contra corriente, dar marcha atrás y emprender una nueva vida, sanando los errores del pasado.

¿Por qué escribo esto? La condena absoluta que algunos hacen de todos los mareros, ha removido mi memoria, aflorando de ella algunos recuerdos esclarecedores.

Todo delincuente, por muy criminal que haya sido su vida pasada, no es un animal, no es una cosa; es un ser humano. Tiene corazón. Tal vez repleto de odio y de amargura, pero corazón humano. Tiene libertad y por lo tanto mantiene la posibilidad --con frecuencia, sí, muy difícil-- de cambiar el curso de su vida, o al menos de manifestar, en ciertos momentos, como aflora en su conducta la parte buena que llevamos todos, allá, en el fondo del alma.

Hace tiempo algún amigo me contó --no recuerdo quién-- que yendo en un autobús urbano, un marero se sentó al lado suyo. Mi amigo, asustado, dio un cierto respingo, que el marero se apresuró a tranquilizar: No le voy a asaltar, tranquilo; sólo quiero que me escuche. :(  Y después pasó a contarle su situación. Estaba desertando de su mara, pero tenía un cargado historial de delitos, incluyendo asesinatos. Si me ve la policía y huyo --explicó-- posiblemente soy hombre muerto; si me atrapa la mara, seguro que no salgo vivo. Ese es mi problema. No sé cuánto más duró esta curiosa confidencia. Mi amigo la escuchó en silencio. Después, en una parada, el marero se apeó del bus, no sin antes darle las gracias a mi amigo "por haberle escuchado".

Otro recuerdo de mayor calado. El pediatra guatemalteco Ernesto Cofiño --ahora en proceso de beatificación-- y un amigo suyo fueron asaltados por dos maleantes que les robaron todo, incluyendo el carro donde viajaban. Cuando los cuatro reanudaron la marcha en el carro, uno de ellos le dijo al otro: --Echátelos. :s El doctor comenzó a rezar el Rosario con tal serenidad que le quitó el miedo a su amigo. Asumieron los dos, con paz, su inminente muerte. En un momento dado, uno de los asaltantes le dijo al doctor que dejara de rezar el Rosario. La respuesta fue sorprendente: --No rezo por mí, viejo; estoy rezando por vos. La actitud de los asaltantes dio un giro inesperado: asombro, admiración, respeto. Detuvieron el carro. El que le había increpado, le abrió la puerta a Cofiño para que bajara y tendiéndole la mano le dijo: que le vaya bien, doctor. La respuesta también fue sorprendente: --No les doy la mano ahora porque van por mal camino. Rezaré mucho por ustedes dos para que encuentren a Dios. Cuando cambien de vida, tendré mucho gusto en estrecharles la mano".

Viktor Frankl, el célebre psiquiatra vienés que salió vivo de Auschwitz, el campo nazi de exterminio de judíos, en su libro "El hombre en busca de sentido", señala cómo uno de los jefes de otro lager nazi, apodado, por su crueldad por todos los detenidos, "el carnicero de Dachau", al final de la guerra fue capturado por los Aliados y confinado en un campo de concentración. Y allí, arrepentido, ante el asombro de los que conocían su sangriento pasado, fue transformándose en "el ángel" de aquella prisión, atendiendo y socorriendo a muchos de los presos.

Es el misterio de la libertad personal. Somos dueños de nuestra vida :) . Dios respeta nuestras decisiones y de ellas dependen, hasta el último momento, nuestra felicidad o nuestra desgracia.

Jesús fue crucificado entre dos criminales. Uno de ellos, desesperado, murió insultándole; el otro, arrepentido, le hizo una humilde petición de fe: --Jesús, acuérdate de mí, cuando llegues a tu Reino, para escuchar enseguida, lleno de gozosa esperanza la sorprendente respuesta: -En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el Paraíso.

*Dr. en Medicina.
Columnista de El Diario de Hoy.
luchofcuervo@gmail.com


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